Me encuentro en Estrasburgo, por un asunto familiar, y escribo esto en cuanto he tenido acceso a internet.
Nunca antes del martes pasado había asistido -siquiera parcialmente- a una sesión del Consejo Fiscal. El martes, como consecuencia de la iniciativa del FGE de escuchar en persona a los candidatos a la Fiscalía de Barcelona (yo creía que era con carácter general, pero no, fue solo para Barcelona y a petición de la UPF), comparecí. Naturalmente yo sabía que no tenía ninguna opción, como dije aquí hace más de un mes. Pero además me lo habían confirmado dos días antes, dándome todo tipo de detalles de a quién iba a votar cada uno (salvo los vocales natos). Nada nuevo, claro. Pero antes de entrar ocurrió algo: un Fiscal de Sala se acercó a la candidata designada para ser elegida y delante de testigos, la felicitó por anticipado. La UPF se quejó en el Consejo, y cuando entré yo -y antes de comenzar mi presentación- el FGE me dijo que no creyera que esto estaba ya hecho y que la comparecencia se hacía para escuchar de viva voz los programas de cada candidato. Expuse mi programa con convicción: un programa de grandes cambios, pero nada que no haya visto que funciona en otros lugares del extranjero. Hablar de cambios a la AF y a la UPF es como si predicara hare krishna en el Consejo. Hablar de dar libertad a los fiscales, de estimular su creatividad y responsabilidad, de aplicar la ley para todos por igual (sin excepción) o de mantener a la Fiscalía neutral políticamente -incluso en un ambiente independentista como el que se vive en Catalunya- es absolutamente estéril. No puedo decir que no me escucharan y que no me preguntaran -con curiosidad y cortesía- en casi todos los casos, lo que agradezco. Pero yo tenía la sensación de que era como si en vez de escuchar a un serio candidato a una Fiscalía muy importante estuvieran analizando entomológicamente a un raro especimen. Yo creo y me fastidia el reproche que algunos me hacen sobre ello, que la Fiscalía ha de ser neutral políticamente en relación con las aspiraciones independentistas de parte de Catalunya. La idea de una Fiscalía neutral políticamente no ha calado entre alguna gente: la Fiscalía no persigue ideas, persigue delitos. Si no se cometen delitos (y el trabajo de los fiscales es verificar e investigar su comisión) los fiscales no deberíamos tener nada que decir. Ahora bien, si -por ejemplo- el Presidente de la Generalitat acusa al anterior Gobierno de que su "problema es el 3%" eso es una denuncia muy grave de corrupción que si hay que investigar. Pero en su día, la Fiscalía hiperpolitizada y sostenida por un Gobierno que necesitaba parlamentariamente a CiU, actuó de manera contraria a como yo lo hubiera hecho, es decir investigando la cuestión exhaustivamente. Yo creo que con cumplir nuestra obligación nos basta, no hay que criminalizar opciones políticas, al margen de que si se hace así en Catalunya se estaría colocando a la Fiscalía en la vanguardia de la lucha política y también del desprestigio ciudadano en esa tierra. Conmigo al frente, eso en Barcelona, no iba a pasar.
Al final, yo 0 votos, y la felicitada anticipadamente elegida. Normal. Todos los pronósticos cumplidos, que no eran ningún secreto para nadie ya desde antes de la celebración del Consejo y de la comparecencia-paripé. Casualmente, el mejor jefe de Barcelona para la AF pertenecía a la AF (sin ninguna excepción); y el mejor para la UPF, pertenecía a la UPF. La comparecencia establecida en esta ocasión es obviamente inútil. El mal está en la parcialidad, en la ausencia de objetividad, y no solo en el sistema, que sin embargo está creado para que las mayorías se muevan con total opacidad y discreccionalidad.
A mi no me extraña que los vocales natos no quieran cambios: les ha ido bien con este sistema. Pero yo insisto en que creo que hay que cambiar muchas cosas porque la Fiscalía hace aguas por muchos lados. Si preguntamos por ahí a los fiscales, estoy seguro de que al menos uno de cada diez querría tener más libertad en su trabajo; querría que los jefes confiaran en ellos; querrían que se eliminaran controles; querrían que se luchara por tener más medios o más facilidades en su trabajo o en su formación o querrían tener la seguridad de que su jefe no va a aceptar instrucciones políticas para acusar o no acusar a nadie. Estoy seguro de que eso es así, menos en el Consejo Fiscal. Porque ahí esos valores no cuentan. Ahí se habla de poder. La AF a mi juicio -con todo el respeto que la tengo- presentaba a una candidata que nada que ver con la categoría de su antecesor en el cargo, también de la AF. Pero era igual, lo importante para la AF era "retener Barcelona" como si de plazas militares se tratara. Y para la UPF lo mismo, aunque en este caso presentaban a un buen candidato; eso sin embargo no tiene mucha importancia, porque apoyan a su candidato sin reparar con quien compite, les es igual.
Con estos ahí no hay esperanza de cambio alguno. Ni mérito, ni capacidad ni propuestas. Simplemente más de lo mismo.
Me duele no ser elegido y me duele no ser reconocido en absoluto, para que lo voy a negar. Pero no me siento "humillado" como me decía una recién afiliada a la AF hace unas semanas, ante la evidencia del revolcón que me iban a dar. Esto es como "El Padrino", nada personal. Además, yo quería ir a Barcelona para contribuir a mejorar las cosas, no por ganar nada. El coste de ir a Barcelona, con gran escándalo de mi mujer (y ahora con gran alivio), era para la familia de unos 1500-2000 euros al mes, entre lo que iba a ganar de menos, lo que iba a tener que gastar en viajes y el alquiler de un apartamento, además de una serie de gastos iniciales importantes. Iba a dejar de vivir tranquilo -abandonando una plaza por la que hay decenas de peticionarios cuando sale una vacante- para vivir con mucha intensidad profesional y en una situación ambiental difícil, aunque divertido, porque me gusta mi profesión. Lo hubiera hecho gustoso por intentar cambiar algo el desastre de Justicia que tenemos y sobre todo por tratar de inculcar a los fiscales más jóvenes un tipo de actuación profesional inspirado en la libertad, en la responsabilidad, en la formación y en la confianza recíproca entre jefe y fiscal.
Quiero comentar, por último, que siento que Juan Carlos López Coig, Fiscal Jefe de Alicante y aspirante a venir al Tribunal Supremo no lo haya conseguido. No le he tratado mucho, y desde luego no soy amigo suyo, pero creo que tiene derecho a quejarse porque tiene antigüedad y méritos más que suficientes. En este turno absurdo que se han montado en el Consejo Fiscal (1-1-1), del cual no se sabe quien lleva la contabilidad, no le tocaba. Insisto, lo siento.
PD. Hoy, dia 13 de noviembre, me llama un miembro de la UPF en el Consejo, por quien tengo gran simpatía, y me dice que ellos -a veces con gran coste interno- si apoyan en ocasiones a candidatos que no son de la UPF; me da el ejemplo del caso del Fiscal Jefe del TSJ de Barcelona. Vale, recogido queda.