jueves, 12 de septiembre de 2019

UNA INSTITUCIÓN ANTICUADA

No es un tema de personas.  La Fiscalía española es una institución muy conservadora en sus modos, quizá como mecanismo para asegurar la unidad de actuación, incapaz de adoptar por si misma decisiones organizativas que hagan sentir a los fiscales que la institución corre con los tiempos.  En estos tiempos, y desde hace ya algunos años, muchos cientos de fiscales no pueden moverse de sus destinos.  Es papel mojado el hecho de que sus congelaciones en los destinos duran uno o dos años.  En realidad, son muchos más.  El problema es que -ya digo que desde hace mucho tiempo- el escalafón está lleno, hay tantos fiscales como plazas y por tanto no hay huecos para moverse de un sito a otro.   Yo no se quien fue el genio del Ministerio que concibió la plantilla como si fueramos las sillas de un teatro lleno, pero la realidad es que no se puede salir ni al baño.   Y la Fiscalía General, que podría minimizar los efectos de esta situación, permanece tranquila y pasiva ante este problema.   El Consejo Fiscal, exactamente lo mismo: indiferentes.   Todos quienes podrían arreglar esto no padecen el problema, porque ya están asentandos en sus plazas y lugares.  Pero hay muchos problemas familiares, situaciones de desarraigo, de incomodidad profesional, incluso de salud laboral.   Acaba la Fiscalía General -con la ayuda de la Inspección Fiscal y del Consejo Fiscal- de denegar un traslado por cuestiones de salud a una fiscal que padece una enfermedad seria, a la que el Medico de riesgos laborales del Ministerio aconseja mediante un certificado el no trabajar fuera de su domicilio familiar.   Las soluciones que se le ofrecían, que se le ofrecen a la Fiscalía General, no son satifactorias.   Oiga, que está en juego la salud de un fiscal.    Nada.  La APIF ha propuesto crear una bolsa de titulares que ocupen plazas que actualmente se asignan a sustitutos.   No es ninguna tontería: hay más de mil sustitutos apoyando las necesidades de la Fiscalia.  Pero la Fiscalía General considera que esta solución no es adecuada.   Pero si es adecuado que los dramas de los fiscales se sucedan por la rigidez de la institución.