domingo, 5 de junio de 2011

¿SOLO UN PROBLEMA DE CORRUPCIÓN?

Estos días se están revelando casos de escandalosa connivencia entre un constructor y los regidores de Alicante, desde hace años.  Ayer en una comida familiar, me comentaba una prima mía que ya se había visto el efecto que la corrupción ha tenido en Valencia, hasta el punto de que han ganado las elecciones personas que se sentarán en el banquillo en pocos meses por delitos muy graves.   ¿No tiene, pues, en España, reproche alguno la corrupción?.  Quizá es algo para reflexionar, pero yo creo que si la Justicia fuera respetada, si la Justicia funcionara bien, si fuera más rápida y eficaz, si la Fiscalía no estuviera tan politizada, si quien nombra los altos cargos judiciales miraran solo los méritos y nunca las afiliaciones de cada cual, quizá calara mejor en la opinión pública que el corrupto es un estafador social, alguien que nos roba a los ciudadanos (a través de cincuenta mil maneras) en beneficio suyo o de sus amigos (del alma).  Una justicia de tercera rebaja la calidad de la democracia y de la convivencia social.  De esta situación, quien se beneficia son los corruptos y quienes les protegen desde las trincheras de partido.  Y las consecuencias las padecemos todos los demás.

3 comentarios:

  1. Es un reflejo de la decadencia que vive nuestro país desde hace ya bastante tiempo: a la gente en general, solo le importa el dinero o la posición y no les importa usar a las personas, destruir parejas o abandonarlas después de haberles exprimido -su dinero o su dedicación- ¿Porqué a estos mismos corruptos iba a importarles la justicia?. Lo que está mal, lo que está corrupto, me temo, es el ser humano.

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  2. Excelente reflexión del jurista. Respecto a la entrada principal, no olvidemos que años atrás el panorama era desolador (más aún entiendo yo). Creo recordar que hasta un Fiscal General del Estado salió escondido en el maletero de un turismo. Yo sí me acuerdo.

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  3. Sí, yo también me acuerdo. Malos fiscales generales ha habido muchos. La razón, podemos encontrarla en la acumulación del "poder absoluto que corrompe (siempre presuntamente) absolutamente". Sin embargo, creo que en esete momento, batimos el récord de dejadez institucional. Quo usque tandem...?

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