Al hilo de la dimisión de Carlos Divar, el CGPJ ha hecho público que en 2011, los vocales se gastaron una media de 37.000 euros por cabeza en viajes. De media. Considerando que hay convenios con agencias de viajes y cadenas hoteleras, parece una cantidad respetable. Ojalá se aclare el gasto individual y los motivos relacionados con esos gastos con la misma minuciosidad que se le exige -con toda razón- al Presidente. Otra cosa sonaría rara. Podríamos darle vueltas a cómo puede ser, a qué justificación individual se asignan los vocales (más allá de que las reglas que se dieron en el Consejo se lo permitan) para vivir tan alejados del modo de actuar de los jueces o fiscales -y de ellos mismos antes de entrar en esa casa-. Quizá la sensación de no tener que responder ante nadie, mirándose únicamente en el espejo de otros que hacen lo mismo. Quizá.
Yo confío en que este modelo de CGPJ, que conduce de manera inevitable a la politización de la Justicia a través de los nombramientos, y que ha demostrado además una sensibilidad perfectamente descriptible ante comportamientos discutibles, de paso de una vez a otro modelo anunciado por el Ministro de Justicia hace unas fechas. El nuevo modelo quizá sea malo, o corporativista o ineficaz. Ya veremos. Pero por malo que resulte, resistirá bien una comparación con el modelo presente.
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