Estoy en París: ayer vi a la selección en San Denis, pero a pesar del triunfo no lo pase bien. Tenía en la cabeza una mala noticia. A pesar de la carta de la APIF al FGE, a pesar de las invocaciones a la falta de proporcionalidad de la sanción, el FGE hizo caso al Consejo Fiscal y propuso la separación del servicio del compañero de La Coruña, decisión que ayer tomó el Ministerio de Justicia. Tengo un gran disgusto, ya que si bien creo que nuestro compañero vera reconocida su pretensión en los Tribunales, creo que nuestro sistema de garantías profesionales es escandalosamente débil.
En una comida que tuvimos con el FGE tras el Congreso de la APIF, congreso espartano por su austeridad, el FGE nos advirtió en términos muy duros sobre la necesidad de proteger los derechos fundamentales de la gente. Los que asistieron me perdonarán que no reproduzca exactamente lo que nos dijo. Y en esa situación uno se pregunta si el FGE no repara que el proceso vigente de separación del servicio de un fiscal tiene bastante de merma de derechos fundamentales para el afectado. Así, por ejemplo, llama la atención el hecho de que en el Consejo Fiscal esté presente el que reclama la sanción, el que defiende su propuesta frente al Consejo, es decir, el Inspector, pero no el sancionado. También el hecho de que se pueda tomar una decisión como esta por el FGE sin que se oiga al sancionado. No que se le oiga en el expediente, sino que le oiga quien tiene que tomar la decisión de proponer la expulsión, o de quien tiene que tomarla, el Ministro. Llama bastante la atención.
En este caso concreto, la fiscal jefe agraviada por el sancionado se ha sentado y se sienta en el Consejo Fiscal con los vocales que votaron a favor de la separación de servicio siendo éste un hecho que también llama un poco (o un mucho) la atención. Todos conocen a la ofendida, pero muy pocos al supuesto ofensor. Y también invita a la reflexión el papel de los consejeros, esos consejeros que creo que forman el peor Consejo Fiscal que he conocido a lo largo de mi ya larga carrera en la Fiscalía. Porque a los vocales los elegimos los fiscales –son nuestros representantes- y hay que suponer en ellos cierta disposición para defendernos frente a la contingencia de abusos institucionales; esa es al menos mi opinión. Si no fuera así, que los elija directamente el FGE. Si la APIF, si algunos fiscales encontramos argumentos en favor del compañero expedientado, esos argumentos, sólidos o no (yo creo que son sólidos) podrían haberse desarrollado por los vocales para votar en contra de la separación, para reclamar mayores garantías o para solicitar una sanción menor. Incluso podrían haber reclamado la presencia del afectado para explicarse frente a todos en lugar de escuchar tan solo al Inspector. En este caso han votado en contra de un fiscal al que se le reprocha como gran delito una falta en la llevanza de la estadística de faltas de pueblo (que no debería ser trabajo de los fiscales) y una discrepancia profesional (seria, excesiva si se quiere) con su jefe. La mala suerte que ha tenido el compañero es que su jefa es quien es y que el Consejo Fiscal, lo componen quienes lo componen.
No recuerdo la expulsión de la Carrera de nadie desde que ingresé. He visto en mis 29 años de profesión casi de todo, casos concretos que avergüenza recordar. Pero ha ido a ser expulsado un tipo por infracciones disciplinarias que podían haberse solucionado de otra manera mucho menos dramática. No son buenos tiempos estos, no.