Me comentan que sucede con frecuencia, pero la verdad es que no me parece bien. El otro día fuí otra vez a los Juzgados a que mis alumnos vieran juicios en los Juzgados de lo Penal. En un momento dado, el Fiscal se encontró al comienzo de un juicio con que la reforma del Código Penal había convertido en falta algo que cuando se calificó era delito. La defensa pedía un acuerdo, pero el Fiscal tenía las manos atadas: debía pedir previamente permiso. Se levantó, y tras unos minutos volvió con la autorización.
A mi me parece que eso da una imagen pobrísima del Fiscal. Los fiscales deben ser libres de actuar en el Juicio Oral. Valoran la prueba, las circunstancias, las declaraciones mejor que el Jefe o el Decano que está en su despacho. Los beneficios de ese modo de actuar no compensan ni de lejos la imagen de rigidez, de sujeción y de dependencia que se da de la Fiscalía con ese modo de actuar.
Si es preciso dar instrucciones al Fiscal, se dan antes. Si hay que corregirle, se le corrige después. Pero en el juicio, que profesionales equiparados a los jueces hayan de pedir permiso para hacer lo que consideran acorde a la legalidad me parece expresivo de los miedos que se han hecho prevalecer en nuestra profesión.
Según el Estatuto, el Fiscal es y ha sido siempre libre de actuar en sus actuación en juicio, sin perjuicio de informar posteriormente en casos puntuales,como las retiradas de acusación.
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