Leo -no sin cierta sorpresa- que en un almuerzo convocado por la Asociación de Comunicadores e Informadores Jurídicos (ACIJUR) y El Derecho, las cuatro asociaciones judiciales "denuncian" la politización de la Justicia. Esa denuncia, a la que contribuyen de manera decisiva al menos dos de las asociaciones denunciantes, viene acompañada de otras quejas sobre el estado lamentable y caótico de la Justicia española. Tienen, en mi opinión, razón en todo. Pero pierden legitimidad quienes desde el CGPJ actúan como fiduciarios de los partidos que les nombran. Entiendo que a ellos les gustaría que el mundo fuera mejor, pero hay que hacer algo al respecto. El bochornoso espectáculo que están dando -por ejemplo- con una plaza de magistrado de la Sala II, que lleva tres años y pico de broncas entre conservadores y progresistas, es expresivo de lo que digo.
Si un día la UPF se lamentara (lo hará, sin duda, cuando gobierne el PP) de la politización de la Fiscalía, habrá que recordarles que llevan muchos años bailando el agua al FGE aceptando absolutamente todo lo que se les pone a comer en la mesa del Consejo. Son por tanto piezas necesarias de la politización; como lo fue, hace algunos años aunque los protagonistas no han cambiado tanto, la AF cuando campeaban Cardenal, Acebes y Michavila por los terrenos de la Fiscalía. Por eso, me suenan algo huecas las quejas de esta asociación (cómplice inescrupuloso en la depuración de Fiscales progresistas y en la reforma del Estatuto necesaria para ello) cuando se queja (con toda razón, sin embargo) de las cosas que hace el FGE. Piezas necesarias también de la politización.
No basta con quejarse: hay que luchar contra la politización. Como decía la letra de aquella canción de Lluis Llach, durante la transición:
No esperem el blat
sense haver sembrat,
no esperem que l'arbre doni fruits sense podar-lo;
l'hem de treballar,
l'hem d'anar a regar,
encara que l'ossada ens faci mal.
(No esperemos el trigo sin haber sembrado;
no esperemos que el arbol de frutos sin podarlo;
lo hemos de trabajar, lo hemos de regar,
aunque nos lleguen a doler los huesos)
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