He tenido la oportunidad de hablar unos minutos esta mañana con Antonio Narváez que el próximo jueves toma posesión de su nuevo cargo de magistrado del Tribunal Constitucional. Es difícil saber qué es lo que ha determinado su elección exprés, dado que según parece el viernes por la mañana (antes del Consejo de Ministros), el interesado fue notificado de la propuesta del Gobierno. ¿Estaba informado de la intención del Gobierno el FGE? Si no lo estaba no es algo elegante por parte del Gobierno. Pensemos que el elegido era el número dos de la Fiscalía y que es algo que indudablemente afectaría a su superior; pero si no se le ha notificado (hay versiones para todos los gustos en la casa) es algo que tiene su significado. El Fiscal debe ser imparcial, y la imparcialidad se mantiene mejor con la distancia del Gobierno. En ese sentido, si hay distancia, creo que para la Institución es una buena noticia, aunque seguramente no todo el mundo lo verá igual. Y la distancia -en mi modesta opinión- ha de mantenerse defendiendo las propias competencias y ámbitos de actuación con los dientes si hace falta, y respetando las del otro. Que cada cual juzgue si ambas cosas se han cumplido durante los dos años largos de mandato del FGE. De todas maneras, en mi visión de las cosas, al FGE no le hace ninguna falta el afecto y la cercanía del Gobierno. Le debe bastar su función de garante de la legalidad. Personalmente creo que el cargo más apasionante en España -para un fiscal- ha de ser el de un FGE independiente (y hasta distante) del Gobierno y con ganas de aplicar la ley por igualdad para todos sin importar las consecuencias. Veremos que pasa.
En todo caso, dirijo desde aquí mi felicitación a Antonio Narváez, y le deseo lo mejor en su nuevo puesto. Me ha gustado la carta que nos ha dirigido a los fiscales, llena de sentimiento y de afecto a la Fiscalía y la Carrera.
Se abre desde ya la sucesión para el goloso cargo que ocupaba. El ramillete de posibles no pasa de cinco. Muy interesante.
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