Estamos hartos de leer artículos en los suplementos de salud de
los dominicales en los que nos recuerdan que la salud es lo más importante y lo
que debemos hacer para preservarla, cual tesoro. Y lo malo es que esos
artículos tienen razón, la salud es el tesoro más importante con el que
contamos. Sin salud difícilmente podremos desempeñar bien nuestro trabajo que
es lo único que parece importar. Tampoco quiero llevar a equívoco al lector de
estas líneas, a mi me preocupa y mucho la calidad del trabajo y por esa calidad
trato también de luchar cada día, pero me preocupa mucho más mi salud y la del
resto de mis compañeros. Sin salud difícilmente podrá existir ni calidad ni tan
siquiera cantidad en el despacho del trabajo.
No descubro nada del otro mundo si digo que el estrés en el mundo
moderno es una de las principales amenazas para la salud de los trabajadores.
Especial incidencia tiene ese estrés en las profesiones que acumulan unas
grandes dosis de responsabilidad, como lo es sin duda la de Fiscal. Y que
conste que no lo digo yo, que por supuesto también , lo dicen todos los
médicos, psicólogos y profesionales que escriben esos artículos y lo que es
peor, lo dicen las estadísticas si de verdad hubiese interés en realizar
estadísticas sobre la incidencia del estrés en nuestras vidas. Pese a este
panorama poco o nada estamos haciendo para preservar la salud de los abnegados
fiscales cuya labor describía ya la Instrucción 1/2005 “Es de justicia reconocer que esta cuasi
estructural situación de indigencia ha obligado al Fiscal a tener que cumplir
sus altas funciones supliendo las carencias con un encomiable tesón, diligencia
y empeño, sin mas auxilio personal que el brindado por su sentido del deber y
sus conocimientos jurídicos y sin mas apoyo material que el aportado por el
recado de escribir.” Han transcurrido ya once
años desde que se dictó esa Instrucción y en estos años se han ido
incrementando nuestras funciones, sin incremento correlativo de plantilla, y se
han ido incrementando las fuentes de estrés, como el llamado “expediente
digital” y la poca eficacia del programa implantado para lograrlo. Necesitamos
un plan de prevención de riesgos del trabajo adaptado a nuestra función en el
que se contemple el estrés y el sometimiento a excesivas cargas de trabajo,
tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo, como infracción grave que se
debe corregir de forma urgente. Pero lo necesitamos para anteayer porque
mientras se suceden las informaciones sobre esos compañeros que han sufrido un
amago de infarto, o aquellos que se han visto afectados por un ictus y por
todos aquellos a los que no queda otra salida, tras sufrir una grave crisis de ansiedad,
que darse de baja por sufrir un trastorno mixto ansioso-depresivo que hasta
entonces habían tratado de ocultar a sí mismos y a los demás. Patologías todas
ellas graves y que no sé si a ustedes les preocupa, pero a mi sí y mucho. Con
ello perdemos, temporal o lamentablemente de forma definitiva, compañeros
magníficos que luchan día a día por ofrecer el mejor servicio al ciudadano.
Lamentablemente estos compañeros se dejan en el camino lo más importante, la
salud. No existen cargas de trabajo razonables en muchos destinos, en otros,
conjugado o no con lo anterior, la presión a la que se ven sometidos resulta
excesiva, como lo resultaría para cualquiera. No somos Superhombres ni
Supermujeres, somos simples seres
humanos, y va siendo hora de que pongamos en valor lo más importante la
salud de todos.
M.Pilar Álvarez Menéndez
Fiscal, miembro de la Ejecutiva de la Asociación profesional e
Independiente de Fiscales.
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