miércoles, 10 de julio de 2013

CONCHA GARCÍA CAMPOY

Cuando Carlos Jiménez Villarejo, en 2003, fue abandonado por compañeros suyos desde el mismo Consejo Fiscal, yo estaba en La Haya.   La Fiscalía Anticorrupción organizó una cena de homenaje al gran jefe que se marchaba merced a un cambio en el Estatuto propiciado por aquel dúo, Acebes-Michavila.   Tuvo Carlos el detalle de invitarme a decir unas palabras en esa cena, que tuvo una maestra de ceremonias excepcional: Concha García Campoy.   Uno no podía mirar a otro lado con ella cerca.   Inteligente, simpática, con mucha clase, bellísima, con una voz cálida y bendecida con el don de la palabra.    Pasó el tiempo, y tuve la oportunidad de hablar con ella un par de veces más, en las que con amabilidad forzaba su memoria para situarme.   Ahora me entero de su fallecimiento y pienso en lo injusto que es.   Me da mucha pena.

1 comentario:

  1. A mi también me da mucha pena, aunque no la conocí personalmente. Parecía de esas personas buenas personal y profesionalmente, de esas que tienen luz. D.e.p.

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