Yo elegí ser fiscal. Saqué un gran número en la oposición de jueces -y corriente en fiscales-, pero tenía en mi cabeza que era preciso el trabajo en grupo, el trabajo arropado por compañeros de los que aprender y enseñar. Así, tomé posesión de mi plaza de juez en Gavá, y a los pocos días pedí la excedencia cuando hube de ocupar mi destino como fiscal. Durante mucho tiempo ese compañerismo, incompatible con putear a quien comparte trinchera contigo, era una realidad en la Fiscalía. Recuerdo que yo estaba destinado en Mataró, y un compañero más veterano asumió durante unos meses el ayudarme en los comienzos en la Fiscalía, despachándome incluso desde Barcelona alguna causa de mayor complejidad. Recuerdo que cuando estalló lo de Banca Catalana, la campaña de prensa contra la Fiscalía fue brutal y todos (desde abajo hasta arriba) hicimos piña con los compañeros que llevaban el asunto, confiábamos en ellos; recuerdo el buen rollo en aquella Fiscalía, igual que luego en Granada -donde Rafael Toledano, compañero de promoción, se esforzaba en ponerme al día de como iban las cosas allí- y donde se organizaban partidos de futbol entre fiscales y abogados. Recuerdo casos de renunciar a la antigüedad en temas de vacaciones, o de elegir Juzgado en la Fiscalía, por razones de compañerismo, y lo recuerdo en Sevilla y también en Madrid. Recuerdo a una compañera en Madrid, que en una Junta cuando yo estaba teniendo una bronca importante con el Fiscal Jefe, se levantó y me apoyó, reprochando al jefe sus malas formas. Un compañero no te hace una putada. Un compañero, si estas jodido te hecha una mano. Un compañero no te difama. Un compañero confía en ti. Un compañero va a juicio por ti si tu no puedes, de la misma manera que tu lo haces y si puedes le cubres si tiene alguna dificultad o le ayudas. Recuerdo un matrimonio de fiscales que tuvo un problema con un hijo estudiando en Irlanda. Mi mujer -gran fiscal y compañera- movió cielo y tierra en la medida de sus posibilidades y contactos para arreglar el problema. Pero hoy, y desde hace unos años, la Fiscalía ha perdido en gran medida eso. La Carrera se gobierna de arriba a abajo, pero se construye de abajo a arriba. Si eso falla, todo va a peor, y por eso precisamente está la Fiscalía como está. El Consejo Fiscal lleva haciendo putadas a fiscales sobre la base de ayudar a los asociados de los vocales desde hace mucho tiempo. La arbitrariedad se ha abierto paso en muchos aspectos, asociada a la politización de la Fiscalía. Y con la arbitrariedad no corregida, aparece el temor. He visto expedientes disciplinarios sancionadores que solo desde la mala fe pueden sostenerse, y claro, fueron luego revocados por los Tribunales. Y no uno, ni dos y siempre con la indiferencia del personal. También como se abandonaba a su suerte a compañeros víctimas de acoso, sin iniciar una investigación de lo ocurrido. He visto como las posiciones de poder en la Fiscalía con frecuencia, demasiada frecuencia, se utilizan para perjudicar a adversarios o favorecer a propios y no para mejorar las condiciones de trabajo de todos. He visto también como se abandona a su suerte y soledad a compañeros que sufren una injusticia o arbitrariedad, y se hace con el peor de los abandonos, que es el silencio. Y lo peor de todo, he visto que eso se considera ya como un componente de esta profesión. No lo es. Hubo un tiempo mejor y yo puedo dar fe de ello.
Me gusta mucho tu página en general y este artículo en particular me ha encantado, siento que le dedicas mucho tiempo y que disfrutas lo que haces. mucha suerte!!!
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