¿Podéis creer que me siguen escribiendo y llamando fiscales que afirman ser víctimas de conductas que son claramente acosos laborales? Cuando recuerdo atropellos como los que sufrió aquel compañero y amigo, que fue expulsado de la Fiscalía, ni más ni menos, por el Fiscal General Eduardo Torres Dulce, con el apoyo de nuestros "compañeros" del CF, entre los cuales estaba la fiscal jefe responsable del atropello, sin que nadie se disculpara cuando los Tribunales calificaron la conducta de la FGE de ilegal; cuando recuerdo lo que sufrió nuestra llorada María Jesús Moya, sancionada a dos meses de suspensión por unos retrasos que luego la Justicia acreditó que no eran injustificados; cuando veo lo que ha ocurrido con Ignacio Stampa, maltratado de manera asombrosa por la Fiscalía General ante el silencio de la Carrera; cuando se lo que padeció aquella compañera que tuvo el coraje de enfrentarse con la jefa que le hacía la vida imposible y fue trasladada ella misma por "discrepancias graves" con la Jefatura, sin que la Inspección quisiera investigar lo ocurrido a pesar de fiscales testigos que explicaron lo que sufrieron con la misma persona; cuando todas esas cosas, y otras varias que podría ir desgranando, siguen sucediendo, y cuando el Protocolo antiacoso de la FGE suscita desconfianza porque los acosados no se fían de la institución, está claro que está llegando la hora de que los fiscales tengamos acceso a la Jurisdicción laboral, sobre la base del riesgo laboral agravado que supone no tener un sistema de riesgos laborales en la Fiscalía específico para nosotros. El Consejo Fiscal, mientras, jugando a los carguitos para ti o para mi (¡que pena me da a mi que no le hayan dado nada a un pobre Fiscal de Sala que ascendió por la vía de la Jefatura de la Secretaría Técnica y sin votación en el CF!, mientras los atropellos al resto son constantes a diestra y siniestra). Y algunos Fiscales siguen preguntando: en caso de acoso, ¿que debo hacer? Y yo les digo: de momento, recoger evidencias, copiar las notas ofensivas, los visados vejatorios, apuntar fechas y testigos, perderle el miedo al sujeto que abusa de los demás, buscar ayuda..., y lo más importante, no dejar que llegue el abatimiento o la depresión. Esa gente busca eso, y no lo debemos permitir.
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