jueves, 20 de febrero de 2014

LA TRAGEDIA DE CEUTA

Reconozco que estoy cansado.  Debe ser la consecuencia de la paliza de la campaña electoral, del disgusto, o quizá de lo publicado en Interviu.  Pero si algo me hace pensar que nos hemos dejado algo muy importante en el camino es lo de Ceuta.   Naturalmente que se que el problema de fondo es complejo, que es difícil el mantenimiento de las fronteras frente a la inmigración desesperada, que es un tema de Estado; más aún, un asunto de la Unión Europea.  Naturalmente que soy consciente de las dificultades que afrontan las fuerzas del orden en la frontera, y que necesitan más medios y más apoyo.   Claro que estoy al tanto de los problemas de organizaciones para favorecer la inmigración ilegal, explotando a personas desesperadas.   Claro que se que Naciones Unidas ha hecho informes muy claros y muy descriptivos de las condiciones en las cuales viaja la desesperación hacia el primer mundo.   Pero lo ocurrido en Ceuta me desborda.  Ver en vídeo como desde la orilla se disparan bolas de goma disuasorias cerca de personas asustadas y desesperadas, en grave peligro de ahogarse; saber que quince personas se ahogaron ese día, es demasiado para mi. Es demasiado para mi asomarme a la televisión y ver como en el Parlamento la defensa de este horror es la de que "ustedes atacan a la Guardia Civil".  Así, en general, sin reparar en que la Guardia Civil es muy grande e incluye a muchas personas que hacen muchas cosas estupendas que nada tienen que ver con lo ocurrido.  En la Fiscalía, silencio.  En un país sano habría un clamor, con el Gobierno al frente, para esclarecer lo ocurrido y exigir responsabilidades.   Quiero pensar que en la España de la transición, con la ilusión de la lucha por la democracia, esto hubiera sido imposible.   ¿Es que se ha perdido la humanidad?   Lo primero ha de ser salvar las vidas en peligro.  No lo primero, lo único: si hay lanchas, si está el mar en calma.   Luego proceder con los inmigrantes como indica la ley de extranjería.    Y si el modo de proceder con la ley de extranjería es insuficiente, que se cambie la ley.  Pero lo ocurrido, desde la perspectiva de los derechos humanos, es un bochorno para nuestro país.

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