viernes, 14 de enero de 2022

LA INIDONEIDAD SEGÚN LA FISCAL GENERAL DEL ESTADO

 En un sistema de nombramientos como el que está establecido en la Fiscalía, en particular en los periodos cíclicos en que se apodera la arbitrariedad de los criterios de elección, imponiendo esta sus designios, cualquier motivación es válida para nombrar a alguien de la cuerda, o para no nombrarlo.  Aquí he visto cómo se promocionaba a fiscales por su supuesto buen carácter (con un par), por su antigüedad, por su falta de antigüedad, por ser joven, por ser mayor, por ser mujer, por ser de confianza, por dar continuidad a una Fiscalía o por no darla.   He visto cómo se invitaba a retirar instancias, cómo se buscaba un tapado para un determinado puesto, cómo se pactaban puestos entre progresistas y conservadores.  He sido testigo de cómo bulos interesados se circulan para ayudar o perjudicar en nombramientos, he visto venganzas y favores.   He oído a vocales decir que lo importante es la Memoria de actuación, pero luego he visto cómo votan a quienes no presentan Memoria, siempre que sea de los propios y a la FGE le venga bien. Actuaciones varias con un denominador común: el mérito y la capacidad no se toman en cuenta sino como lejana referencia.   Ahora, además, vivimos una de esas épocas en las que la UPF (la asociación profesional de Lola) cierra filas con ésta para todo cuanto la Fiscal General precise y como consecuencia de ello se llevan su tajada en nombramientos.  Una tajada que siendo muy grande no acaba de saciarles y necesitan más y más, para lo cual se hacen más y más obedientes: así aceptan -entre otras cosas- que uno de los suyos vaya interfiriendo en una investigación penal sugiriendo al Instructor complicar de manera innecesaria la situación de otro fiscal.   Se tragan eso. Lo aceptan porque es de los suyos, si no lo fuera, volverían a ser fiscales con celo, con lo cual es claro que nunca son imparciales.    Convierten al Consejo Fiscal en un instrumento más para la arbitrariedad, no en un contrapeso.  Obedientes a Lola, no a quien les eligió para el puesto (bueno, a algunos de ellos no les eligió nadie, ya que han sido tantas las promociones que han tenido que han tenido que rellenar el Consejo con suplentes).  

Entre los argumentos para no elegir a una fiscal para un puesto ahora se ha introducido -de ser cierto lo que dice el último Comunicado de la AF- un nuevo factor de inidoneidad: haber sido Fiscal General del Estado, ya que ello le priva a la afectada de la imparcialidad y neutralidad debidas por el carácter político de su nombramiento.  Ese argumento lo sostiene ni más ni menos que Dolores Delgado, elegida por idénticos criterios pero a cargo de la dirección de la institución.   Es decir, Lola cree que ella sí puede tener afectada su imparcialidad y neutralidad, pero los demás, no.  No se da cuenta, quizá, de que sosteniendo ese argumento su veto -y cualquiera de sus actuaciones- está viciado de apariencia de parcialidad.  ¡Qué más le da!  De hecho, Lola promocionó a su antecesora en el cargo, sin que entonces la imparcialidad o la neutralidad le importaran nada, ni a ella ni a la UPF, ni que ese factor se mencionase para nada.    Aceptarse a sí misma como sectaria es algo nuevo.

No critico tanto el criterio (no hay duda de que ser Fiscal General supone el nombramiento de un Gobierno de un signo político, y por eso hay que combatir el sistema de elección) como el sectarismo de defender ese criterio solo para los que no son de los suyos.   Por eso impera la arbitrariedad en una parte de la Fiscalía, la más cercana a la jerarquía.   Evidentemente, no solo es responsable Lola.  El crimen tiene cooperadores necesarios (ahora los vocales de la UPF), como los tuvo también Torres Dulce con sus nombramientos, o Maza, o tantos otros, en los felices tiempos para la AF en que gobernaba el PP y la UPF protestaba como ahora lo hace la asociación mayoritaria.   

Mientras tanto, no hay tentativa alguna en la institución de crear un sistema objetivo de valoración de méritos que permita reducir un poco la arbitrariedad.   ¿Para qué?  Estas chapuzas ya les vienen bien.  Y nadie está en posición de luchar contra los abusos del poder, porque todos esperan algo de quienes lo detentan ahora, o de quienes lo pueden detentar si cambia la tortilla.  

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