jueves, 27 de septiembre de 2012

PROGRAMA DE ACTUACIÓN PARA LA FISCALÍA DE BARCELONA

He solicitado la plaza de fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Barcelona.  El Inspector Fiscal me pidió que hiciera un programa de actuación para que el Consejo Fiscal pudiera evaluar mejor las intenciones de cada candidato, lo cual me parece muy bien, en principio, en aras de la transparencia.   A continuación transcribo el programa que he presentado.

Ayer me llamó un buen amigo, con gran peso en la AF para decirme que, no obstante, no me haga ilusiones, porque la plaza no es para mi, sin que él pueda hacer nada al respecto.   Y me preguntó si ya había ido a ver al FGE...

Naturalmente que no me hago ilusiones porque se, como lo sabe mi amigo, el Consejo Fiscal, el FGE y media Carrera, que las cosas aquí van de una manera diferente a como deberían.   Me haría algunas ilusiones -con el máximo respeto para otros compañeros muy valiosos que puedan aspirar a esta plaza u otras, y seguro que con grandes méritos- si se tratara de una competición objetiva (en la que se gana o se pierde, y no pasa nada si otro es mejor); si el curriculum importara hasta ser determinante; si el ser el único fiscal español que ha trabajando como fiscal en un Tribunal penal internacional tuviera importancia; si la tuvieran los años de profesor asociado de derecho penal o procesal, o los años en la Fiscalía Anticorrupción, o en el Tribunal Supremo; o si el ser juez excedente (con el número dos de la promoción) tuviera algún valor.  O quizá si se valorara la creación de una web jurídica con más de 100.000 visitas al año, me haría alguna ilusión.  Pero todos sabemos, yo el primero, y mi amigo me lo recuerda, que estas cosas aquí pintan poco.   Hoy lo que más ayuda es estar en la AF (acaban de proponer a un miembro de su Ejecutiva, Director del CEJ, ni más ni menos), y luego -si eso no es posible- callarse.  Hace unos meses, lo importante era ser de la UPF (y luego, también callarse).  Pero yo dejé la AF hace muchos años, y creo que lo que la Fiscalía necesita son unos cambios muy importantes, y como lo creo me siento obligado a decirlo -procurando ser educado-, y si me cuesta algo el hacerlo, pues vale.   Así que no me hago ilusiones.

Por otra parte, es claro que no voy a ir a ver al FGE para explicarle el interés que tengo en ir a la Fiscalía de Barcelona.  No lo he hecho nunca antes, ni lo voy a hacer ahora; lo considero humillante para el que va, y desleal para otros candidatos, al margen de entender -como digo- que deberían ser únicamente los méritos profesionales los que hablaran por uno.  Pero si solo los méritos contaran y la Fiscalía estuviera despolitizada, yo no escribiría en este blog.   Bueno, a lo que vamos, a mi programa.


PROGRAMA


Líneas generales de actuación.  Durante los primeros meses me dedicaré a analizar el estado de la Fiscalía; a conocer a los fiscales; a visitar las sedes; a evaluar los problemas existentes y a distinguir entre los que pueden solucionarse desde la Jefatura de aquellos que solo puedan arreglarse a través de reformas fuera de mi competencia.   Los primeros los abordaré con diálogo con los interesados, y con la apoyo de un equipo de fiscales (en este momento pienso en los Decanos) expertos con cuyo consejo y ayuda contaré.   Los segundos los denunciaré sin vacilación y presionaré todo lo que sea necesario para conseguir que se arreglen por quien corresponda. 

A partir de ese conocimiento de la Fiscalía, decidiré si habrá cambios importantes o no.  Esos cambios nunca serán radicales, al menos en la organización estructural de la Fiscalía.  Considero que nada hay que perturbe más a una plantilla que los cambios de función y la incertidumbre de qué se hará en los días sucesivos.   Pero trabajaré en acortar los tiempos de tramitación, en acabar con los retrasos, en acelerar la ejecución de las sentencias y sobre todo en dar confianza a los fiscales.  Estoy en contra de un excesivo control de los fiscales.   La estructura de la Fiscalía es jerárquica y obedecemos como fiscales a los principios de unidad y dependencia. El control tradicional para ejercer esa dependencia es el visado, y también la atribución a ciertos fiscales de responsabilidades de control sobre otros compañeros.   Estudiaré la cuestión con la intención de conferir mayor libertad a los fiscales experimentados, y poco a poco incrementar la que tengan los más modernos.  Mi propósito es que cada fiscal se acostumbre a tener una mayor iniciativa, a riesgo de equivocarse, y también que –consecuentemente- asuma responsabilidades.   Los fiscales tenemos la formación de los jueces, y por tanto, en la mayor parte de los casos debemos tener libertad para actuar, y confianza en que esa libertad será respetada.   La ley y las directrices emanadas de la institución han de ser conocidas (ver el apartado de formación) y respetadas, pero dicho eso, cada fiscal ha de tener la responsabilidad de actuar conforme a las reglas establecidas, sin supervisores que le agobien para ello.   Eso se hace especialmente evidente en los juicios: defiendo la libertad del fiscal de valorar la prueba y actuar en consecuencia.  No me convencen (lo veo humillante para el fiscal que asiste a Sala de Vistas) la consulta a la superioridad paralizando el juicio.   Las cuentas se rinden tras el juicio y normalmente mi disposición será la de aceptar lo realizado por el fiscal.  

Lucharé por cambiar el sistema de estadística actualmente vigente.  Considero un despropósito que los fiscales agobiados por el trabajo tengan que ir fichando cada asunto que despachan, cada juicio que hacen.   Debe haber un sistema mejor que permita invertir mejor el tiempo escaso de los fiscales en mejorar sus prestaciones.  

Me preocuparé de los jóvenes especialmente.   Les daré confianza, en la medida de mis posibilidades; les haré ver que lo grave no es el error (todo el mundo se equivoca de vez en cuando), sino la razonabilidad de la decisión adoptada.  Les animaré a trabajar en un ambiente positivo.   Pretendo con ello que los fiscales no tengan ninguna duda de que el jefe les respaldará cuando sobre la base de pruebas suficientes investiguen o acusen a cualquier persona con independencia de la importancia política, social, económica o profesional que ostente.  Parto de la base de que todos somos iguales ante la ley, y que no hay intereses superiores a ese principio.   Lo importante es la prueba, no el investigado.  Y si no hay pruebas, tras haberlas buscado con diligencia –esto es muy importante para mi-, lo procedente es el archivo de las actuaciones.  Facilitaré la conciliación de la vida familiar y personal con el trabajo: los fiscales debemos tener tiempo para pensar, o de lo contrario nos equivocamos más.  El papel se ha de despachar, pero no me gusta ver a fiscales trabajando hasta el punto de perder la capacidad de análisis.    

Intensificaré las relaciones con las fuerzas de seguridad nacionales y autonómicas.  La Fiscalía ha de trabajar en estrecha relación con la Policía, colaborando cuando sea preciso y ordenando líneas de actuación en muchas áreas.  Lo haré advirtiendo a los superiores de la Policía que el respeto a los derechos humanos y a los derechos fundamentales de los ciudadanos que exigiré a los fiscales lo exigiré también a la Policía en sus relaciones con estos.   Trataré con las autoridades institucionales catalanas todas aquellas cuestiones que puedan incidir en la mejora del funcionamiento de la Fiscalía.

Cataluña vive hoy unos momentos importantes.   Las voces que reclaman la independencia van creciendo y el partido mayoritario y de Gobierno se muestra abiertamente por esa opción.   Yo soy catalán, barcelonés, y vivo esta cuestión con intensidad.   Mi convicción, por la que he luchado toda mi vida profesional -la mayor parte de las veces contra corriente-, es la de que la Fiscalía ha de ser neutral políticamente.   Desde la Jefatura de la Fiscalía garantizo una posición estrictamente neutral ante los problemas políticos de la naturaleza que apunto y respecto de cualquier otra.  Conmigo al frente, la Fiscalía de Barcelona no se desviará de ese principio.  Será el criterio profesional de los fiscales el que determinará la intervención de la Fiscalía y solo ese, aunque como es natural la estructura de la FGE pueda proporcionar el auxilio técnico necesario.

Como no puede ser de otra manera, tendré una relación institucional leal con los superiores jerárquicos del Fiscal Jefe de Barcelona, es decir, con la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y con el Fiscal General del Estado, tanto ahora que las personas que ocupan dichos cargos son compañeros por los que tengo sincero aprecio, como en el futuro cuando cambien.   Lo cual no es en absoluto contradictorio, sino todo lo contrario, con la determinación a utilizar -si llega el momento- los mecanismos de discrepancia legítima que autoriza nuestro Estatuto Orgánico.   Considero un atributo muy importante del fiscal la independencia de criterio (forjado sobre el estudio de la ley y la jurisprudencia así como sobre el sentido común), sin sumisión a orientaciones ideológicas o asociativas.   Estimularé esos valores en la Fiscalía y entre los fiscales, y no prestaré atención alguna en la Fiscalía y en la designación de cargos de responsabilidad a la militancia asociativa o a la no militancia.

Mantendré una relación institucional lo más colaboradora, abierta y cercana posible con las instituciones locales barcelonesas y catalanas, pero sin comprometer nunca la posición de imparcialidad obligada del Fiscal.   Tendré, en ese sentido, mucho cuidado en atender o aceptar ofrecimientos o distinciones protocolarias que puedan ser razonablemente entendidos como comprometedores de la posición institucional del Ministerio Fiscal.  Confiriendo la libertad a cada uno para que haga lo que le parezca, recomendaré a los fiscales de Barcelona seguir esas pautas de conducta.

Impulsaré si encuentro receptividad en las contrapartes, las relaciones entre la Fiscalía y la Universidad.   He sido profesor universitario muchos años y casi treinta fiscal, y se que la cooperación entre ambas instituciones puede ser beneficiosa para ambas.   Prácticas, programas de estancia de estudiantes en la Fiscalía (podrían ayudar en varias tareas a los fiscales), clases prácticas de fiscales en las aulas… Tengo el ejemplo de los internships o pasantías de los Tribunales Internacionales –que he visto que funcionan estupendamente siempre que se tomen en serio- para utilizarlo en la Fiscalía de Barcelona.

Intentaré llegar a acuerdos con los diversos jueces decanos y con la dirección de la Audiencia de Barcelona para establecer unas condiciones de trabajo idóneas para jueces y fiscales, y tratando al tiempo de dar una adecuada respuesta a las exigencias de los ciudadanos. 

Quiero ser un Fiscal jefe dialogante, comprensivo, educado y razonable con los fiscales; pero no voy a ser un Fiscal jefe débil.  Si hay que actuar con rigor disciplinario en supuestos en que haya algún caso de comportamientos de fiscales que perturban el funcionamiento de la Fiscalía, actuaré en consecuencia. 

Al cabo de los años, concibo a la Fiscalía de Barcelona bajo mi dirección como un órgano del Ministerio Fiscal fuerte, que de respuesta a las necesidades de los ciudadanos, que procure una Justicia de calidad, que esté formada por fiscales comprometidos, preparados técnicamente, dotados de medios materiales y orgullosos de su trabajo; una Fiscalía respetada por la judicatura y  por las instituciones catalanas y de  Barcelona, cumplidora de sus obligaciones y de la cual no quepa reprochar con fundamento que ha actuado jamás por criterios contrarios a la recta interpretación de la ley y con igualdad para todos sin excepción.

Intentaré fijar a la plantilla.   En muchos casos no es posible, porque van destinados forzosos a la Fiscalía de Barcelona fiscales que provienen de lugares diferentes de España y por tanto cuando pueden encontrar un destino próximo a su lugar de procedencia se marchan.  Me pondré en contacto, incluso antes de tomar posesión, con la totalidad de los fiscales que hayan abandonado la Fiscalía de Barcelona en los últimos años, a fin de comprender las razones de cada uno para partir y estudiar si todas y cada una de esos traslados era inevitable.  Pero lucharé, dedicando una parte importante de mis esfuerzos, a hacer la vida de los fiscales en la Fiscalía más agradable; a crear un ambiente de trabajo positivo; a dar satisfacción a aspiraciones profesionales en función de criterios objetivos y de eficacia; a ayudar en las dificultades que surjan; a intentar alcanzar acuerdos con las autoridades locales que hagan más fácil la vida de los fiscales en Barcelona y su provincia.    Exploraré la posibilidad de escanear las carpetillas de Fiscalía, con la finalidad de remitirlas a los fiscales de manera electrónica, de facilitar la información del Fiscal en las apelaciones y de que la información que llega a los fiscales del Tribunal Supremo sea más completa.   Intentaré crear una red Wifi en la Fiscalía, y en las Salas de vistas, a fin de facilitar la utilización de dispositivos móviles que hoy son de gran utilidad profesional.   Salvo que resulte imposible, cargaré el programa Skype en cada ordenador de los fiscales a fin de que puedan mantener comunicación con video entre si y con otros profesionales que manejen tal aplicación, evitando desplazamientos costosos en tiempo y dinero.  Skype es un sistema de conversación segura (prácticamente imposible de desencriptar), cuyo uso está siendo ya generalizado por su gratuidad y seguridad por fiscales y jueces de muchos países europeos y en Estados Unidos, así como por instituciones de cooperación como Eurojust. 

Los fiscales vivimos un aprendizaje durante toda nuestra carrera, a veces bueno y a veces malo.   Intentaré, con el ejemplo, transmitir una idea de compromiso y lealtad con la ley, con la Justicia y con los ciudadanos.   Intentaré asimismo que los fiscales –abrumados muchas veces por el trabajo y por penosas condiciones laborales- sean conscientes de la importancia de su función y que detrás de cada asunto, de cada papel despachado o de cada juicio hay ciudadanos que valoran a la Fiscalía y a la Justicia por como actúa cada uno de ellos.   A través de esos modos de actuar, y de otros que se me ocurran o se les ocurra a los compañeros de la Fiscalía, me esforzaré en que quien se forma en la Fiscalía de Barcelona continúe en Barcelona el mayor tiempo posible.    Intentaré, consecuentemente, reducir la necesidad de utilizar fiscales sustitutos (anticipando que tengo todo el respeto por quienes trabajan en la Fiscalía en condiciones muchas veces peores que los demás).  Pero respecto de los fiscales sustitutos que se necesiten, les daré formación suficiente para que la calidad de su trabajo no desmerezca en relación con la importancia de su función.

Proximidad con el ciudadano.  Acentuaré la proximidad de la Fiscalía respecto de los ciudadanos.   Arbitraré un sistema (en este momento pienso que lo mejor es que sea un buzón web) para acoger quejas, denuncias y recomendaciones de los ciudadanos.   La Fiscalía, en lo posible ha de contar con la ayuda de los ciudadanos expresada en sus quejas y denuncias.  Esa proximidad con el ciudadano tendrá un reflejo en un requerimiento a la Policía para que actúe en consecuencia.
Como parte de esa estrategia de acercamiento de la Fiscalía al ciudadano, compareceré con la frecuencia que sea precisa ante los medios de comunicación –acompañado del grupo de fiscales que considere oportuno- para contestar a las preguntas que la prensa quiera hacer en relación con el trabajo de la Fiscalía.    Sin embargo, evitaré y daré instrucciones para que así se haga, filtraciones desde la Fiscalía que puedan alimentar la proliferación de juicios paralelos.   No me gusta ese modo de actuar porque castiga innecesariamente al afectado por la investigación, y además porque perjudica el resultado final del proceso.  Mantendré la figura del Portavoz de la Fiscalía.

Especialidades.   En este momento, tengo el pensamiento de mantener la estructura de todos los servicios de especialistas, pero en el futuro estudiaré su funcionamiento y la eventualidad de cambios que pueda estimar positivos y que acuerde con los fiscales.   De todos modos, facilitaré la formación de fiscales no especialistas en aquellas materias hacia las que se sientan inclinados profesionalmente. 

Delincuencia económica.  La unidad de la Fiscalía contra la delincuencia económica tendrá conmigo un apoyo principal.   Hablaré con los fiscales e incrementaré si es preciso la dotación personal y de medios para que trabaje a satisfacción.   Si es preciso, exploraré las posibilidades de llegar a acuerdos con la Delegación de Hacienda de Barcelona a fin de intensificar la cooperación práctica en la investigación de conductas criminales.  El objetivo además, y para ello no dudaré en limitar el alcance de las acusaciones a aquellos supuestos en los que haya mayor prueba, será el de acelerar los procesos y procurar condenas ejemplares para delincuentes financieros y personas involucradas en casos de corrupción.  Y por supuesto, recuperar la mayor parte posible del dinero sustraído o defraudado.

Cooperación internacional   Soy un profundo conocedor del funcionamiento y de la normativa de cooperación penal internacional, así como de las estructuras creadas tanto en nuestro país –y en la Fiscalía- como en Europa, algo a lo que me ayuda una larga experiencia operativa en la Fiscalía Anticorrupción, en la Red Judicial Europea y en el Tribunal Penal Internacional (donde trabajé durante un tiempo en temas de cooperación internacional). También el haber participado en un buen número de encuentros en el ámbito de EJTN, y de haber intervenido como experto español en los trabajos preparatorios del Protocolo Adicional al Convenio de 2000, durante más de un año en Bruselas; y un cierto dominio del inglés.   Utilizaré esos instrumentos cada vez que sea necesario, en especial en la lucha contra la delincuencia organizada y en el ámbito de mis competencias.   Y lo haré con el sentido práctico que reclaman los instrumentos internacionales establecidos al efecto, combatiendo los obstáculos burocráticos que puedan aparecer en el camino.   Tengo contactos personales y profesionales con muchos fiscales y jueces europeos y algunos norteamericanos, además de buenas relaciones con personas que trabajan en Eurojust, Europol, y OLAF, y pienso utilizarlos.

Formación.  Intentaré establecer un sistema de formación de fiscales en la propia Fiscalía.  Utilizando el modelo del Tribunal Penal Internacional, estableceré con cierta periodicidad la obligatoriedad de asistir a reuniones de formación, con duración máxima de una hora, sobre cuestiones prácticas, como por ejemplo, casos de trascendencia que es conveniente que los fiscales conozcan, circulares e instrucciones, problemas jurídicos diversos, etc..   Negociaré una retribución adecuada a los ponentes de dichas reuniones con quien haya que hacerlo, e invitaré como ponentes principalmente a los fiscales de Barcelona, pero también a abogados, procuradores, forenses, catedráticos, policías o cualquiera que pueda ayudar a mejorar la calidad del servicio.
Estableceré un programa semejante específico para los fiscales sustitutos.

Idiomas  Incrementaré, sea cual sea el programa que esté establecido ahora en Barcelona para el aprendizaje de idiomas, si es que hay alguno, las facilidades para el estudio de idiomas.  Con especial interés en el inglés y el catalán (que yo mismo me obligaré a seguir para perfeccionarlo).  En Cataluña se habla español y catalán, es decir las dos lenguas, y es conveniente intentar hacerse comprender en ambas.   Y el inglés es la lengua que permite a los fiscales abrirse a Europa y Norteamérica, tanto por razones profesionales como personales.   Quien lo desee, debe encontrar facilidades para ese aprendizaje. 

martes, 18 de septiembre de 2012

APERTURA DEL AÑO JUDICIAL

El Fiscal General del Estado ha dicho hoy lo siguiente: “No podemos permitir que la corrupción siga envenenando el funcionamiento de la economía de nuestro país, la integridad de las arcas públicas, la probidad en las relaciones comerciales y el cabal desempeño de las prerrogativas y funciones públicas”, según leo en las crónicas del acto.   Esa corrupción que lleva envenenando nuestra economía no ha nacido hoy, sino es algo que padecemos desde hace muchos años.   Al corrupto, que no es otra cosa que un estafador de los ciudadanos, hay que mandarle mensajes con palabras pero sobre todo con hechos.   Una Fiscalía que en la lucha contra la corrupción que funcione con energía; una Fiscalía que investigue a fondo las prácticas de corrupción; una Fiscalía tenaz en la defensa de la ley y de los ciudadanos, que no archive las actuaciones sin profundizar en los casos y con independencia de quien sea el investigado;  una Fiscalía con vocación de combatir la presunción de inocencia de los investigados con pruebas de cargo válidas.   Una Fiscalía en la que no se depure a nadie por cumplir con su obligación en la lucha contra la corrupción.  Una Fiscalía en la que no haya "intereses superiores" a los de la ley y la igualdad de todos ante ella.  Esos mensajes los captan muy pronto los corruptos, y también captan rápidamente los contrarios.   Ojalá Eduardo se vuelque en la consecución de eso que ha dicho hoy.

viernes, 14 de septiembre de 2012

CONGRESO INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL INTERNACIONAL

Hay una profesora de derecho penal llamada a ser una referencia en el derecho penal internacional.  Se llama Alicia Gil y trabaja en la UNED.  Es joven, inteligente, tiene sentido común y trabaja mucho y con mucho rigor.  Recomiendo a los interesados en la materia que lean lo que dice.   Acaba de organizar un Congreso en el Instituto Universitario General Gutierrez Mellado, relativo a las reglas de atribución de la responsabilidad en los crímenes internacionales, al que ha tenido la amabilidad de invitarme a participar.  He aprendido mucho, y no solo de aquellos asistentes que yo sabía que debía prestar atención, como los profesores Cerezo Mir, Muñoz Conde, Héctor Olásolo, o la propia Alicia Gil o los magistrados del Tribunal Supremo Martín Canivell o Fernando Pignatelli.   Han asistido otros penalistas españoles jóvenes, una nueva generación de profesores universitarios que impresionan por su conocimiento de la dogmática -el alemán es su lengua de trabajo profesional- pero que no se quedan ahí, sino que tratan de buscar la mejor aplicación de esa doctrina a la práctica del derecho penal.   Jacobo Dopico, María Gutiérrez, la brillante Ana Garrocho, o el argentino Daniel Pastor son ejemplos de lo que digo.   El resultado de ese grupo de talentos consagrados y emergentes ha sido un Congreso que irá seguido de un libro que va a ser muy citado por todos los estudiosos de esta nueva disciplina, el derecho penal internacional.

lunes, 3 de septiembre de 2012

SIN CAMBIOS EN LA FISCALÍA

Lo que más sorprende del cambio en la dirección de la FGE -operado hace ya varios meses- es que no se ha apreciado cambio alguno en el funcionamiento de la misma.   Todo sigue igual.  Pensemos que hubo un evidente enfrentamiento entre la mayoría del Consejo Fiscal y el anterior FGE por el funcionamiento de la Fiscalía.  Pues cuando cambia la tortilla, todo sigue igual, como la historia de la marmota.  Ni se han establecido normas de mayor transparencia en el Consejo Fiscal, ni ha habido instrucciones o circulares relevantes, ni ha habido cambios -salvo en la Secretaría Técnica- en los órganos de la Fiscalía, ni se han dado a conocer nuevos criterios para que los haya.   El anterior Fiscal General del Estado podría estar todavía entre nosotros.    Y no será porque no haya cosas que hacer: el sistema informático de la Fiscalía, para empezar, es malísimo (hasta dos veces he tenido que avisar a una Fiscal de Sala que los archivos de su Unidad supuestamente secretos, podían ser vistos por todo el mundo que tuviese acceso al sistema); muchos fiscales tienen que pelearse más con las estadísticas que con las Previas; el Consejo Fiscal, a pesar de las promesas de quienes ganaron hace ya más de dos años las elecciones continúa exactamente igual que antes, con el mismo secretismo, con la misma opacidad y con la misma ineficacia.   Continúan en vigor algunas Instrucciones de nivel más bien bajito (recuerdo por ejemplo, la Instrucción 3/2011, de la que sus impulsores están encantados), concebidas en términos de acumular poder para la Fiscalía mucho más que para generar eficacia en la gestión de los asuntos.   Las condiciones de trabajo de muchos fiscales son pésimas y desde luego los sistemas de reparto de asuntos en algunas de las más importantes Fiscalías no superarían una mínima revisión objetiva.   No aparece ni una idea nueva que ayude a mejorar la situación de los Fiscales y funcionarios de la Fiscalía vapuleados por los recortes.  La mejor idea se le ha ocurrido a un Fiscal de San Sebastián con la creación de un Foro de fiscales en Facebook.   Lo demás, un desierto.   Se que los tiempos son económicamente difíciles, pero también los son para los fiscales y vendría muy bien saber que hay alguna voluntad y energía para ayudar a modernizar la Fiscalía.  Nada de la creación de un cuerpo de auxiliares del Fiscal, nada en pensar en reorganizar la Fiscalía vista la disminución de recursos que vamos a afrontar en los próximos años.  Nada de abordar la cuestión de las competencias, a mi juicio excesivas de la Fiscalía, y nada de acabar con ciertos privilegios incomprensibles, por ejemplo, la situación de los miembros de la Secretaría Técnica cesantes.   Ninguna alternativa al tapón profesional que supone el que a dedo se elijan Fiscales de Sala y que sin embargo mantengan la categoría cuando el que nombra por razones de confianza, cesa. Ninguna idea o instrucción de como aliviar el retraso en la Justicia penal, con alrededor de 1.200.000 asuntos penales pendientes a finales del año pasado.  Nada de profundizar en la imparcialidad de la Fiscalía, o en la imparcialidad de los procesos selectivos o de promoción interna.  ¿Es que nada de eso importa?  ¿Es que vamos a tener que clamar sine die porque a alguien que pueda hacer algo, le importe un poco el estado de nuestra Justicia, de nuestra Fiscalía y decida actuar para arreglarla? Bastaría en algunos casos con copiar algunas cosas que hace el CGPJ, sin necesidad de pensar mucho más.  Por ejemplo, ha habido recientemente una oposición restringida para magistrados especialistas de lo Penal, en la que los exámenes se corrigieron sin saber la identidad de quienes los hicieron, con la consecuencia de que ha habido importantes sorpresas en los resultados, incluso para el propio Tribunal calificador.   Se trata simplemente de hacer algún esfuerzo para mejorar las cosas, cosa que yo no veo por ningún lado.  La decepción que tengo es grande, porque creí que si, que ahora era tiempo de cambios, al menos en el terreno de las garantías de imparcialidad y objetividad.