lunes, 1 de septiembre de 2014

NUEVO CURSO, TRAS DOS AÑOS Y MEDIO PERDIDOS

Para la Fiscalía han sido dos años y medio perdidos, tirados alegremente, sin afrontar reforma alguna que deje una huella en años venideros.   Lo más remarcable de lo ocurrido en este tiempo ha sido la separación abusiva de un fiscal -y el bochorno de que los Tribunales reprochen a la Fiscalía esos abusos ante la indiferencia de la jerarquía que "ha acatado" el fallo sin mover un músculo-, y la constatación de que la jerarquía sigue imponiendo su ley con el apoyo del Consejo Fiscal.   (Por cierto, parece que llega al TS una inhibición de una Juez de Instrucción que ve responsabilidades penales en una aforada por falsificación de documentos incorporados al expediente que determinó la expulsión del compañero: tema grave, grave).  Así las cosas no hay manera de encontrar amparo ante distribuciones de trabajo contestadas por la inmensa mayoría de la plantilla, o ante actuaciones arbitrarias (o no justificadas) de ciertos jefes que obligan a acudir a contenciosos a los afectados.  No se ha avanzado nada (es triste decirlo, nada) en cuestiones de transparencia; la inspección fiscal necesita un aggiornamiento urgente; el Libro Blanco se ha quedado en otro texto más para estudiosos; el sistema informático de la Fiscalía sigue siendo desastroso (la jerarquía dice, como suele ser corriente, que la culpa no es de la Fiscalía); seguimos teniendo que hacer estadísticas inútiles; las dos asociaciones mayoritarias siguen decidiendo con criterios asociativos quien progresa y quien no en la Carrera (salvo alguna corrección del FGE, que hemos agradecido puntualmente); la Fiscalía sigue sin contar con mecanismos de protección frente a abusos del FGE; seguimos sin ser eficaces en la lucha contra la corrupción política y económica (yo veo ciertos delitos económicos que la Fiscalía no ve, curioso); sigue la politización; y sigue la indiferencia ante las escandalosas condiciones de trabajo que sufren muchos fiscales (incluyendo penosas retribuciones), entre las que cabe reseñar la existencia de acosos laborales que la APIF va a empezar a denunciar.

Queda un año y medio, y ahora se anuncia la distribución de un proyecto de Estatuto elaborado por la Fiscalía.  Veremos si es el mismo que se filtró ya hace algo más de un año.    Solo con que el FGE consiguiera cambiar el funcionamiento de la Inspección (no simplemente con un cambio de jefes, claro), convirtiéndolo en un órgano positivo, un órgano capaz de servir para evaluar el trabajo de los fiscales, para actuar con independencia del FGE, para ser riguroso en su actividad disciplinaria, para conocer las necesidades de la Fiscalía, para actuar cerca y en conexión con los fiscales, para servir de amparo efectivo a estos cuando sufran abusos, la contribución de Eduardo Torres Dulce en su paso por la FGE sería positivamente recordada, al menos en parte.   Y si diera algún paso hacia la transparencia del funcionamiento de la Fiscalía, ni te cuento.

2 comentarios:

  1. Inspector enloquecido1 de septiembre de 2014, 16:27

    perdón ¿qué aforada?

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  2. Me he tomado la libertad de insertar un enlace a este texto en dos post de ImP (http://im-pulso.blogspot.com) que versan sobre el caso Frago.
    Se agradece leer textos como el suyo. Los fiscales, casi siempre son "pintados" como los malos de la película, habitan un escenario kafkiano, pues se mantienen cosas como ese concepto de autoridad propio de la institución castrense.
    Confío en que algún día los legisladores caigan de la burra, descubran que el Derecho no es un prontuario y los fiscales asuman lo que les corresponde: la instrucción de los expedientes que luego deben ser juzgados.
    Opino que instruir y juzgar es "peligroso" e ineficiente a la hora de investigar y coordinar las labores de los distintos profesionales implicados.
    Saludos.

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