jueves, 7 de febrero de 2013

MEDIOCRIDAD

Manuel Dolz, uno de los grandes fiscales del Tribunal Supremo, me manda unas reflexiones de Forges que  ya había visto antes en algún lado sin prestarles demasiada atención.  Por enviármelas él, y porque me he reído más con Forges que con nadie a lo largo de mi vida y le respeto mucho, las he leído ahora más despacio.   Las cuelgo aquí, porque aunque no tienen mucho que ver -o quizá si- con los temas que tratamos, estoy seguro de que a alguno le van a interesar.


El triunfo de los mediocres

Quienes me conocen saben de mis credos e idearios. Por encima de éstos, creo que ha llegado la hora de ser sincero. Es, de todo punto, necesario hacer un profundo y sincero ejercicio de autocrítica, tomando, sin que sirva de precedente, la seriedad por bandera.

Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.

Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes, con una huelga general, o echándonos a la calle para protestar los unos contra los otros.
 

Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.

Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.


Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, alguien cuya carrera política o profesional desconocemos por completo, si es que la hay. Tan solo porque son de los nuestros.


Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado  natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.


- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.

- Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un solo presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir, incluso, a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
- Mediocre es un país que tiene dos universidades entre las 10 más antiguas de Europa, pero, sin embargo, no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.
- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
- Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente - y la singularidad sancionada.
- Mediocre es un país en cuyas instituciones públicas se encuentran dirigentes políticos que, en un 48 % de los casos, jamás ejercieron sus respectivas profesiones, pero que encontraron en la Política el más relevante modo de vida.
- Es Mediocre un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
- Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.
- Es Mediocre un país, a qué negarlo, que, para lucir sin complejos su enseña nacional, necesita la motivación de algún éxito deportivo.

ANTONIO FRAGUAS DE PABLOS (FORGES) 

3 comentarios:

  1. Decir que como nosotros no somos mediocres y por ser de Justicia, esa cadena atribuida a Forges en realidad es de David Jiménez. Eso no le quite un ápice de razón al escrito.

    http://davidjimenezblog.com/2012/07/25/el-articulo-que-crei-haber-escrito/

    Me gustó mucho su último post. Saludos

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  2. Gracias, Isidro. Pues aunque no sea de Forges, el artículo da en la diana de muchas cosas. Un saludo y gracias otra vez.

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  3. Sin embargo, a los jefes supremos les encanta que los mandos intermedios sean "mediocres", pues son más manejables. Y estos mandos mediocres son proporcionalmente tan sumisos con los superiores como tiranos con los inferiores. Por eso, y en el ámbito de la Carrera Fiscal, y a cuento de tu post sobre La Coruña, hay que reiterar lo que ya decía la APIF en una de las conclusiones de su último congreso en 2011 sobre los abusos de algunos jefes y la carencia de actuación por la Inspección ante esos desmanes: "Es necesario el control y la actuación de oficio por parte de la Inspección de la FGE en relación con la organización interna de las Fiscalías provinciales y de área , poniendo fin a situaciones de verdadera discriminación laboral que se están produciendo al amparo de las potestades de las jefaturas , en materia de distribución de trabajo y control de los medios personales y materiales por parte de éstas .
    Hay que llamar la atención sobre el hecho de que estas situaciones de abuso laboral son propias de la Administración y de organizaciones jerarquizadas y hay que perseguirlas y atajarlas. Sin embargo, tales situaciones son difíciles de defender por los Fiscales ante la carencia de una regulación especifica del funcionamiento interno de la institución, por lo que se hace más necesario que nunca la aprobación de un Reglamento orgánico que establezca claramente los medios impugnatorios contra las decisiones de los superiores."
    Y por esto también habría que ir a la huelga el día 20.

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