sábado, 23 de enero de 2010
INMIGRACIÓN
Yo no entiendo mucho de esta materia, la verdad. Pero si tengo impresiones. En los años que viví en La Haya, tuve ocasión de estar muy en contacto con las angustias resignadas de personas que trabajaban honradamente sin papeles en Holanda. La legislación allí es muy dura. A una niña de 12 años la echaron del colegio porque su madre colombiana no podía presenter un permiso de residencia. Aquello me pareció entonces, y me parece ahora, una canallada. Quisieron (madre e hija) salir del país en avión, pero no les dejaron salir desde el aeropuerto -y no las detuvieron de milagro- porque había caducado su estancia turística. Al final salieron (en autobús, en coche) para España, donde siguen sin papeles pero al menos la niña puede seguir estudiando y la madre creo que trabaja en el servicio doméstico, aunque ahora le he perdido un poco la pista. Me parecía inhumano el tratamiento holandés del problema. Si, ya se que algunos dicen que no cabemos todos. No lo se. Pero cuando ves los rostros angustiados de quienes solo quieren vivir algo mejor -dejando en sus países a maridos, esposas, padres o hijos- hay que tener el corazón muy duro para cerrar todas las puertas. O no mirar sus rostros, claro.
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Además de corazón duro,estamos obviando que, contrariamente a lo que se dice de que quitan puestos de trabajo, estos pobres inmigrantes están trabajando en aquellas actividades que los españoles no quieren.
ResponderEliminarEstamos olvidando también que en los años 60 la emigración era española y entonces no protestabamos cuando nos acogían en países como Bélgica, Suiza, Francia o Alemania.
Somos en definitiva bastante injustos y muy poco proclives a la solidaridad humana.
Salir del propio país para buscarte la vida, ocupar los puestos de trabajo que nadie quiere, aguantar -como mínimo- que te miren con cierto recelo, cobrar un sueldo magro, aprender otra lengua a toda prisa, vivir lejos de tu familia en una habitación raquítica... y que vengan los señoritos de Vic o de dónde sea y desde sus casas calentitas, te digan que les sobras, que no saben qué hacer contigo, que sales muy caro... debe ser bien duro, si señor.
ResponderEliminarPor no hablar de la falta de seguridad jurídica, de no saber que puedes y no puedes hacer, de no confiar en las autoridades, de no conocer el sistema legal, de poder ser por todo ello víctima de infinidad de fraudes...
ResponderEliminarLo que olvidais todos los xenofilos progres de este país es que dais a todos los inmigrantes tratamiento de naufragos y no de pasajeros. A los primeros la solidaridad exige recogerlos siempre, no así a los segundos que depende de lo que deseemos los dueños del barco que somos nosotros. Y por cierto que las actitudes que caen en xenofobas no son de señoritos, son precisamente de las clases modestas y populares que son los que compiten en los mismos espacios que los inmigrantes.
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