jueves, 26 de noviembre de 2009
ME PREOCUPA MUCHO
Hoy, la totalidad de los periódicos catalanes prublican un editorial que a mi modo de ver, refleja un punto de vista (que seguramente en el resto de España no se va a compartir) de una parte muy importante de la sociedad catalana , que cuando llega a expresarse en esos términos es porque considera que hay un problema muy grave. Desde el punto de vista del funcionamiento de la Justicia, hay opiniones enfrentadas sobre la trascendencia de dicho editorial, pero a mi me interesa resaltar un aspecto que creo que no puede ser discutido. El Tribunal Constitucional, que lleva varios años para decidir la cuestión del Estatuto catalán y que ha sufrido numerosos incidentes de recusación, de prórrogas de mandato, de filtraciones y de cuantas cosas más cada uno recuerde, tiene un grave condicionamiento de inicio por la extrema politización en el sistema de elección de sus Jueces. Y eso permite a algunos criticar el sentido de sus decisiones por esa misma razón. No se. Creo que es urgente recapacitar sobre ese Tribunal; quizá idear una forma de conferirle una composición indiscutiblemente aceptada por todos, en la que se confíe en que sus resoluciones no son otra cosa que jurídicas. Tampoco me parece razonable, con esos condicionamientos, que las inconstitucionalidades de normas tan importantes no se adopten por mayorías cualificadas. Pensemos que así, declarando constitucional o no una norma por un simple voto de calidad, resulta que esas normas no son indiscutiblemente constitucionales o no, sino que depende de algo tan contingente como de un voto, una recusación, una enfermedad. España en los últimos años ha vivido una tensión política extrema, y los acuerdos políticos necesarios sobre las personas idóneas para ciertos puestos se han tomado muchas veces no por consenso, sino por cuotas. En lugar de buscar personas aceptadas por todos, se han garantizado el nombramiento de personas muy identificadas a cambio de aceptar también a quienes propone el adversario. El resultado es la polarización que hay en ciertos órganos, incomprensible si solo atendemos a razones extrictamente jurídicas. Todo esto, y en particular sus consecuencias en relación al Estatuto catalán, me preocupa mucho.
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Está muy bien reflexionar sobre el asunto y pensar en modos de evitar esa politización a la que te refieres, pero permíteme un rapto de ingenuidad: ¿qué clase de juristas son esos que, apoyados por este o aquel partido, resuelven materias jurídicas atendiendo estrictamente a las razones de quien les apoyó? ¿la culpa es del que va de compras o del que se deja comprar? ¿es fácil conciliar el sueño tras renegar de los más elementales basamentos del oficio de juez? ¿tan barato sale?
ResponderEliminarEs como si aceptaramos como normal que el médico sea el asesino de sus pacientes.
Bien. Vivimos en el mundo. Todos conocemos que sí, que hay resoluciones que están motivadas por criterios ideológicos. Y sobre todo si hablamos de ciertos tribunales. Me parece que eso no se puede negar.
ResponderEliminarEl problema que yo veo, Jurista, es que de esa situación que muchos creemos que es real, se deriva una falta de confianza en esas instituciones. Y ahora, la cuestión catalana, que vuelve a aparecer después de bastantes años, amenaza con ser más grave que antes porque hay partes muy importantes de la sociedad catalana que no cree que la resolución del Tribunal Constitucional vaya a ser jurídica, sino política. O al menos, que no va a ser dictada por un Tribunal imparcial, sino condicionado por unos perfiles ideológicos muy particulares que fueron decisivos para el nombramiento de sus miembros, al margen de su indudable categoría como juristas. Las consecuencias de ello son imprevisibles, pero desde luego no creo que sean buenas para nadie.
ResponderEliminarDesde TGN y, con toda mi ignorancia, me parece impresentable que una decisión judicial, por importante que sea, se demore tanto tanto. A ningún profesional se lo permitiríamos.
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